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Oncología más allá de la ciencia

Medicina de Familia y Oncología, Trabajo Conjunto

Dr. José María Páez Pinto. Médico de EBAP UGC Bormujos

26/07/2017

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"Debemos potenciar la atención primaria y mejorar la capacitación del médico de familia en el abordaje y prevención del cáncer”
El paciente oncológico necesita de una asistencia integral tanto por parte del equipo hospitalario como de la atención primaria, por lo que el contacto entre los distintos niveles asistenciales es clave para que esa atención sea óptima. Como gerente del Distrito Sanitario Aljarafe que fuí de 2006 a 2012,  puedo afirmar que la visión compartida centrada en el paciente es fundamental cualquiera que sea el ámbito asistencial en que se trabaje.


El trabajo conjunto entre el médico de familia y el oncólogo aporta beneficios para el paciente, los profesionales y la sociedad. El paciente se ve beneficiado en cuanto que la atención que recibe está más coordinada, los profesionales comparten más información y la asistencia resulta de esta manera más eficiente, lo cual redunda a su vez en beneficios para la sociedad. Las gerencias de los centros hospitalarios, áreas sanitarias y distritos de atención primaria tienen una posición privilegiada para dinamizar la creación y desarrollo de  estructuras interniveles compuestas por líderes clínicos de las distintas áreas de conocimiento, con carácter multidisciplinar, que fomenten la elaboración y difusión de vías clínicas que garanticen una asistencia rápida, segura y eficaz a los pacientes, priorizando siempre en función de su complejidad. Por otra parte, la identificación por parte de los servicios hospitalarios de un referente clínico  de cada especialidad para cada uno de los centros de salud que configuran el área sanitaria permite, en  base a la personalización, que se establezcan canales fluidos de comunicación  potenciando la toma conjunta de decisiones entre el médico de familia y el especialista hospitalario. En este sentido, desde finales de los años 90, en la provincia de Sevilla iniciamos un modelo de cooperación entre internistas y médicos de familia que se ha consolidado como un programa garante de la  continuidad asistencial y que se ha ido extendiendo a la mayoría de especialidades hospitalarias (digestivo, cardiología, neumología, urología,  aparato locomotor, rehabilitación, salud mental).

En el caso de la  atención oncológica, al estar marcada por elevados niveles de complejidad clínica con tratamientos cada vez más multidisciplinarios y específicos y un número de pacientes cada vez más elevados, el modelo organizativo hospitalario ha promovido la especialización por patología tumoral entre las diferentes especialidades y profesionales, lo que hace más compleja la tarea de la coordinación y la referencia clínica por centro de salud. Es fundamental el  papel de la atención primaria en el proceso del cáncer como  nivel de atención más eficiente para la prevención primaria, el cribado, la detección precoz de signos y síntomas, la gestión inicial de pruebas diagnósticas rápidas, la monitorización de los efectos secundarios de los distintos tratamientos establecidos y el seguimiento de los pacientes a lo largo del tiempo, así como el apoyo a los pacientes y sus cuidadores en la fase terminal del proceso, donde el equipo asistencial de atención primaria asume un papel fundamental en la prestación de los cuidados paliativos.  En este sentido es fundamental una adecuada coordinación con el nivel hospitalario para  garantizar una adecuada atención, garantizando la accesibilidad y la equidad.

Protocolo en el abordaje del cáncer

Para el médico de familia, la atención oncológica suele ser una gran desconocida y pienso que el oncólogo tampoco conoce de primera mano la realidad asistencial de la atención primaria, masificada y con falta de recursos. En nuestra área, la mayor relación del médico de familia se produce con el internista de referencia, generalista hospitalario que conoce y gestiona los recursos del hospital para garantizar una atención rápida y eficaz del paciente en función de sus necesidades. En este sentido, la figura de oncólogo de referencia podría mejorar el conocimiento mutuo y la coordinación entre niveles asistenciales

Una vez establecida la sospecha de enfermedad oncológica, el médico de familia contacta de forma inmediata con el internista de referencia, quien amplia el estudio inicial intentando establecer la tipología tumoral y la extensión de la misma. A partir de ahí el paciente es derivado al servicio de oncología de referencia para su evaluación y tratamiento, hasta su estabilización. Es en esta fase donde solemos tener menos información sobre el paciente, que apenas acude a nuestras consultas. Los familiares si suelen traernos los informes, pero la verdad es que hay poco tiempo en consulta para hacer una lectura detallada de los mismos, centrándonos en la información verbal, aclaración sobre algún posible efecto secundario y prescripción de algún medicamento necesario para el paciente. El escaso tiempo lo priorizamos en ampliar información y apoyar al paciente y personas cuidadoras.
    
La figura del oncólogo de área, una propuesta de mejora
 
Las mejoras vendrían dadas por reconocer de forma efectiva, desde las instancias políticas   que la atención primaria es realmente la garante de la sostenibilidad del sistema de salud, y potenciar su financiación y la asignación de recursos. Debemos mejorar la capacitación del médico de familia en el abordaje y prevención del cáncer, desde la facultad de medicina, estableciendo rotatorios específicos por oncología en su periodo de formación como MIR, y potenciando planes de formación continuada en la prevención del cáncer, consejo genético, nuevas técnicas diagnósticas y líneas de tratamiento,  comunicación y cuidados al final de la vida. Desde las gerencias de los centros se deben potenciar modelos  de coordinación interniveles, multidisciplinares,  potenciando el liderazgo clínico, estableciendo figuras de referencia por áreas de conocimiento para los distintos centros, potenciando canales de comunicación ágiles y fluidos (referencias telefónicas, interconsultas no presenciales via web o por videoconferencia, reuniones conjuntas…).

La figura del oncólogo de área podría aportar mejora de la coordinación y visión poblacional, así como seguimiento del desarrollo y cobertura de los distintos planes oncológicos implantados en el área. Desde la atención primaria se debe tener acceso a pruebas diagnósticas (endoscopias, ecografías, mamografías, TAC, laboratorio), que permitan un rápido estudio ante la sospecha inicial o riesgo familiar de enfermedad oncológica, estableciéndose los mecanismos de seguridad clínica en los servicios hospitalarios ante el hallazgo de lesiones sospechosas de malignidad (comunicación inmediata al médico solicitante y en su caso al internista de referencia).

Los profesionales necesitan disponer de las condiciones y medios adecuados para desarrollar bien su trabajo, de los canales de comunicación y referencias claras para garantizar la continuidad asistencial y de la posibilidad de desarrollar su plan de formación continuada y desarrollo profesional dentro de su centro de trabajo. El establecer periodos de estancia en otros servicios, como parte de esa formación continuada, vendría a reforzar el conocimiento mutuo y mejorar la coordinación. El desarrollar líneas de investigación interniveles en el área de oncología también vendría a sumar en esa línea.

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